Budo es el camino de las artes marciales. Esto no significa que todas las artes marciales puedan ser llamadas Budo. Al contrario, muy pocas disciplinas a las que ahora llamamos artes marciales son Budo.
El Budo tiene sus orígenes en el Bushido, el código social y ético de los samurai. Con la abolición de la clase samurai al finalizar el período feudal, el Bushido, como código de honor de una clase social específica, se volvió obsoleto. Sin embargo, con el paso de los siglos, la práctica de las artes marciales tradicionales en Japón se había convertido en un modo de formar el carácter y de adquirir los valores éticos y espirituales de los samurai. A este Camino se le llama Budo. Los valores éticos y espirituales del Budo siguen siendo relevantes a día de hoy.
Como medio de enfrentarse a uno mismo, el Budo es único. Su método de ir más allá de la dualidad de pensamiento y acción es alentador en una época en la que todo es intelectualmente analizado y explicado hasta el punto de la esterilidad.
No se puede seguir un Camino particular sin correr riesgos. Hay muchos malentendidos que pueden conducir a una interpretación errónea del Camino.
Para algunas personas el Camino es algo romántico, lleno de espiritualidad. Provoca un sentimiento de pertenencia. El simple acto de escoger un Camino les hace sentir que han entrado en un nivel superior de concienciación.
La realidad, sin embargo, es muy diferente. Cuando decidimos seguir el Camino del Budo, aceptamos su disciplina. La práctica de esta disciplina es la llamada shugyo. El shugyo es muy duro. No hay lugar para tonterías. Algunas personas piensan que la dureza del shugyo se encuentra en entrenar rigurosamente. El entrenamiento riguroso nos aporta un sentimiento de realización. Esto es, en efecto, bastante gratificante. No es tan duro.
La dureza tampoco está en hacer sacrificios. A veces me dice alguien: “Vivo muy lejos. Es difícil para mí asistir a tus clases, pero estoy haciendo un esfuerzo extra”. Esto siempre me hace sentir mal. Me da la impresión de que la persona está haciendo un esfuerzo por mi bien y, en consecuencia, espera algo a cambio.
Las negociaciones nunca pueden ser parte del Camino. Si crees que estás realizando sacrificios, significa que estás esperando una recompensa. Éste no es el Camino del Budo.
La verdadera dureza del Budo se encuentra en el hecho de que el Camino es sin concesiones. No puedes adaptarlo acorde con tus deseos o tus preferencias. El Camino es como es y tú tienes que adaptarte a él, aceptándolo tal y como se presenta. Esto es mucho más duro de lo que parece. A todos nos gusta hacer las cosas a nuestra manera, todos tenemos nuestras excusas.
En el Kyudo, uno se viste con kimono a partir de un determinado nivel. Yo siempre tenía dificultades para mantener mi kimono bien ajustado alrededor de mi cuerpo. Yo me quejaba a mi sensei, diciéndole que el kimono era una prenda diseñada para la forma del cuerpo de una persona japonesa. No quedaba bien en un europeo grande con el pecho amplio. Mi sensei me contestaba que la culpa no era del kimono, la culpa era mía. Yo debía adaptarme al kimono. Curiosamente, una vez hube aceptado este hecho, me resultó más fácil vestir con kimono.
El Camino es experiencia. Hablar del Camino, no es el Camino. Y así, a pesar de que el Camino es universal, se convierte en mi Camino, mi experiencia y esta experiencia es única. Mi Camino no es el Camino de mi sensei. El sensei comparte con su deshi lo que ha aprendido a través de la experiencia. El sensei también avanza en su Camino, enfréntandose consigo mismo. Compartir esta experiencia -una experiencia muy personal - es un don muy valioso. El deshi no está en posición de hacer exigencias. ¿Cómo puedes exigir algo a alguien que está compartiendo su experiencia personal?
El verdadero Budo es un Camino de enfrentarse con uno mismo. Esto puede ser muy frustrante. Hay algunos aspectos de nosotros mismos a los que no queremos mirar, que no queremos conocer. Algunas personas huyen, otras culpan a su sensei, otras se evaden con heridas físicas. A pesar de las frustraciones y los periodos oscuros en los que parece no haber progresos, el Camino debería ser un deleite. Si tu Camino no tiene corazón, solo te aportará energía negativa y te harás daño a ti mismo.